Sí, se puede pedir cita exclusivamente para la realización de este estudio.
La pérdida de la iniciativa es uno de los síntomas más frecuentes y característicos de las secuelas post- trauma de cráneo, pero también es una de las más difíciles de mejorar.
Actualmente existe medicación y terapias específicas que son capaces de mejorar en forma significativa este síntoma.
Sí, luego de un traumatismo grave de cráneo es habitual encontrar esta dificultad en la concentración así como también problemas a la hora de tomar decisiones o realizar la planificación de tareas.
Para su recuperación es muy importante un tratamiento en base a ejercicios cognitivos y/o medicación específica.
La pérdida de memoria es un síntoma que puede corresponder a muchas enfermedades, para iniciar cualquier tratamiento es absolutamente necesario conocer a cuál corresponde. Varias de estas enfermedades cuentan con medicación cuya administración puede mejorar este síntoma.
Los olvidos o pérdida de memoria en las personas de tercera edad siempre son síntomas de alerta y deben ser motivo de consulta.
Esto no significa que corresponda a un Alzheimer o a una demencia senil ya que existen muchas otras enfermedades cuyo síntoma sobresaliente es el olvido.
Lo que su familiar padece se conoce como afasia no fluente. El hecho que pueda comprender el lenguaje oral hace posible plantear un plan de rehabilitación.
Es difícil determinar con precisión el alcance de la mejoría pero se puede trabajar para conseguir un vocabulario que le permita expresarse en forma oral y establecer así una buena comunicación. El tiempo de tratamiento suele ser de varios meses.
La neuroplasticidad se define como la capacidad del cerebro para reorganizarse en forma dinámica y adaptativa en respuesta a modificaciones del entorno, en particular ante cualquier noxa o injuria. Es una propiedad del Sistema Nervioso Central que está presente a lo largo de toda la vida del individuo si bien es mayor en el niño.
Dicha plasticidad cerebral se vincula con cambios complejos a nivel neuronal. Puede tratarse tanto de cambios anatómicos (re-estructuración neuronal, remielinización) como funcionales (neurotransmisores), o cambios a nivel sináptico y en estructuras asociadas (con revascularización/gliogénesis).
Estas modificaciones permiten una reorganización funcional con el restablecimiento de circuitos cerebrales o la compensación basada en el uso de otras áreas, lo que constituye el fundamento biológico de la neurorehabilitación.
LSegún Kertesz se distinguen dos etapas en la recuperación del daño cerebral:
-Recuperación temprana: dado por procesos neurofisiológicos tales como disminución del edema, cese del sangrado y disminución del efecto de diasquisis, que explican una recuperación inicial rápida.
-Recuperación tardía: vinculada al reaprendizaje y reorganización de las habilidades cognitivas del cerebro
Si bien el Sistema Nervioso Central es capaz, espontáneamente, de poner en marcha los procesos neuroplásticos, esta recuperación espontánea tiene sus límites y los programas de neurorehabilitación integral pueden estimular, modular y controlar estos procesos tanto desde el punto de vista motor (proceso de reaprendizaje motor) como cognitivo.
El inicio precoz e intensivo de las terapias de rehabilitación mejoran los resultados. Sin embargo existen estudios que demuestran que el inicio tardío de la rehabilitación neurosicológica también puede ser beneficioso.
El grado de recuperación espontánea de un paciente depende de varios factores: mecanismos adaptativos que desarrolla el cerebro días después de una lesión, la edad del paciente, la dominancia cerebral, el nivel intelectual previo, la etiología de la lesión (vascular, traumática, tumoral, degenerativa), el tiempo transcurrido desde su aparición, la magnitud y extensión de la lesión. Influyen además trastornos asociados, tales como el consumo de drogas, alcohol, patologías psiquiátricas, la personalidad, la motivación, la conciencia de morbidez y el entorno familiar.